Su afición por la música y el folclore tradicional la llegaron casi impuestos, respondía así a una larga tradición familiar heredada de abuelos y tíos abuelos. Con paciencia cada uno de ellos, y en especial su abuela Ángeles, respondían a sus incesantes preguntas y la iniciaban con algunas canciones. A su vez, el hecho de vivir en Requejo (lugar con una amplia tradición de pandereteras, donde siempre se ha cuidado el folclore y las costumbres) no hizo sino crear el clima adecuado para iniciar a esta joven en el arte de la pandereta "Empezar a tocar así fue muy fácil".
De este modo, con tan solo cinco años, comenzó a acudir junto a otras niñas a casa de Esther Montes. Allí, entre los sonidos de las panderetas y las charlas entre bordados de algunas mujeres del pueblo, Lorena aprendió el manejo del instrumento, a la vez que se iniciaba en el conocimiento de las costumbres de antaño, "Me encantaba escuchar cuando hablaban de otras épocas, cómo vivían y cómo lo reflejan los cantares".
Su formación ha sido exhaustiva, de la mano siempre de las mejores: Esther Montes primero (con quien aprendió los primeros sones), después Celia Díez (quien dio vida a su ´mano vuelta´) y por último Beatriz López (con quien aprendió cómo se enseña a tocar). Para Lorena la pandereta es casi una prolongación de si misma, es un elemento capaz de evocar grandes momentos de su vida, actuaciones y reuniones que son revividas con cada nota.
En la actualidad la arquitectura es su profesión, un ámbito fundamental de su vida que en ocasiones le ha alejado largas temporadas de su tierruca. Ahora, establecida entre Santander y Corrales, y aún estando inmersa en un ambicioso proyecto profesional, Lorena saca tiempo para acercarse a Requejo y continuar formando nuevas pandereteras.
Así, durante todo el invierno, se ha encargado de dirigir un grupo de 48 alumnas, con edades comprendidas entre los 3 y los 60 años. "Este es el primer año que me encargo del grupo de Requejo, ha sido una experiencia gratificante poder cantar, tocar y enseñar compartiendo un rato los domingos". El siguiente objetivo, dice, es sentar unas bases didácticas para que las que ya saben cojan confianza y puedan pasar a enseñar, pues "es evidente el avance en muchas de ellas".
Finalmente, y tras este balance positivo, tiene claro continuar el próximo curso con su labor como profesora, entre tonadas y notas percutidas.